El Mar. Por dónde empezar, no es coincidencia el que se diga que en el mar la vida es más sabrosa pues es completamente cierto. No importa a donde vayas, el estar cerca del mar, en la playa, disfrutando del sol en un increíble traje de baño con un buen libro, es para mí, la receta de como tener un día perfecto.
Desde muy chica he disfrutado del mar y en particular de las playas mexicanas pues a pesar de ser una mujer citadina desde que tengo memoria he visitado por lo menos una vez al mes la playa. Me acuerdo, de aquel departamento que daba al mar, no había aire acondicionado así que dormíamos con ventiladores y las ventanas abiertas; todas las noches me dormía arrullada por la brisa y las olas del mar.
Mi abuelo decía siempre que no había que dejar charco vivo y desde siempre, al llegar a cualquier lugar con algún “charco” corría para poder ponerme mi traje de baño y poder nadar. Siempre siendo mis fieles compañeros el mar y mis trajes de baño, pues ellos jamás me han juzgado.
El ritual de ponerte el traje de baño, el bloqueador, etc. de niña era muy tedioso pero conforme he crecido me he dado cuenta de cuanto lo disfruto pues es la preparación antes de llegar a mi lugar preferido. Hay que vestirse siempre para la ocasión ¿o no?
Cuando creces vas dándote cuenta de distintas cosas, algunas que antes no importaban ahora lo hacen, cosas en las que ni pensábamos se vuelven una nube en la cabeza todo el día. Pase por muchas facetas de mí, de mis trajes de baño y mis inseguridades. Que ni si quiera eran propias, mi cuerpo naturalmente cambiaba y aunque a mí no me molestaba parecía que a ciertas personas sí. De pronto deje de visitar a mi fiel amigo el mar, tan seguido.
Cuando hubo la realización de que estas inseguridades ni si quiera eran mías y que yo definitivamente no las quería, de pronto me sentí más ligera. Me di cuenta de cuanto extrañaba a mi “charco” favorito. Fue así como este ritual para visitar a mi amigo el mar se convirtió en un ritual de amor propio y comodidad en mi piel, mi traje de baño una armadura inquebrantable.
Así aprendí a que no me importara si levantaba miradas o no, pues probablemente estaban viendo mi increíble bikini.
La vida es para disfrutarla y sin lugar a duda en el mar la vida si es más sabrosa, sobre todo si es en los mares mexicanos, junto con buena compañía, un buen libro, bronceador y un increíble traje de baño de More ¿Qué más se puede pedir?
-SM
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